Jamás imaginé que te encontrara una tarde de lluvia equivocada, una tarde vulgar, en un café vulgar, entre gente vulgar... pero allí estabas.
Sí, te repito que no puedo decirte más de aquel encuentro. Han pasado los años y sigues acendrado en mí, en mis palabras y en mi piel. Que tomas diferente forma: taza, mesa, cama, casa, libros, hijos... Y ya ves, fue un encuentro casual en una tarde equivocada y gris, en un café vulgar...
¡Ay, ángel mío...ciego mío!
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