martes, 19 de octubre de 2010

HORAS


11:30 P.M.

Durísima la luna. Igual que tú, tan lejos. Sueñame, te digo, como te sueño aquí,hasta que los dos sueños se conviertan en fuego,hasta que mi aliento sea el tuyo, hasta que respiremos cada uno por la boca del otro. La luna asoma, llena y sorda. No estás al otro lado del teléfono y sólo por un hilo de sueño podré hablarte. Paz y fuerza me habitan. Entro con pies descalzos en el lecho. Estás hecha de espumas, estás hecha de nubes, estás hecha de luz.

Compartamos los sueños.

10:30 A.M.

Moles de nieve, quietas, perturbadas apenas por la luz. Nada conmueve al resplandor, arriba. El cielo está desnudo. El vértigo está aquí, adentro, en la conciencia. La nube derretida es piedra densa. Más en calma este mar de vapores que las nieves deshechas en la cumbre. Allá la roca dura, el hielo, la nostalgia. Un techo largo aquí, de plomo, lagunas sólidas de plomo.

Yo viajo lentamente, encima de un gran mar, blanco y sin sangre. El mundo tiembla, abajo. Un segundo después, la vida será otra. Nada más frágil que este valle de nubes, arriba del Atlántico. La rotación insomne de la Tierra, el calor implacable, el viento cruel, el simple y lento tránsito del tiempo, la más ligera sombra, destruirán el paisaje. Nadie podrá volver hasta este sitio. Baja el avión y el valle no se altera. Atrás, horas atrás, queda el desierto techo sin fronteras.

Pongo mi pie en la tierra, entro en la sombra. El tiempo se estremece.

8:30 P.M.

Sé que voy a morir. Lo sé de cierto. He vivido como si la muerte fuera un recuerdo lejano. Pero tú has hecho que la luz se prolongue en la alcoba. ¿Esa piel que tocaba en el sueño era la tuya? Era en verdad la piel amada de tu cuerpo entero. Has hecho que renazca.

La luz, el cielo, el mundo eran tiniebla. Pero viniste tú,como nacida desde una piedra de fuego.Llegaste como un pájaro súbito,como un rayo de espumas. Semejabas un espejo de soles, un mar de luz que me envolvía. Amanecí. El sueño era desnudo campo compartido.Soñaba que te ahogaba con mi aliento de hombre.Iguales ambos sueños, te soñaba como si mi cerebro anidara en tu cráneo,como si el territorio de los sueños fuera el débil territorio de una sangre común.

Tú te abrías como el mar, para tragarme. Como la nube blanca, envolviéndome, como la tierra negra. El sueño era verdad. Entrábamos en él, como por un espejo. Salíamos desde él, como a través de una puerta de viento. Mis ojos eran tuyos. Tus ojos me miraban en la penumbra blanca de la alcoba. Despertar o dormir era lo mismo. Vivíamos vidas iguales, a un lado y otro de la muerte, el amor era el mismo, de un lado y otro de la vida.

Te besé hasta la dicha, te mordí hasta la muerte. Granada fue tu boca, tamarindo tus labios.

Compartimos el sueño.

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