viernes, 29 de octubre de 2010

REMORDIMIENTO

Inútilmente fui recorriendo senderos entre mármoles. Luz de prodigiosa hondura. (Toda la noche había llovido. Al clarear cesó la lluvia. Nubes navegaban el cielo;nubes blancas.) Inútil fue recorrer senderos,buscar tu nombre. Inútil:no lo hallé. Y recé una oración por ti -¿por ti o por mí? Después te olvidé. Sean los muertos los que entierran a sus muertos.

Estaba tan olvidado todo!Pero esta noche...¿Por qué será imposible verte de nuevo, hablarte,escucharte, tocarte,ir -con los mismos cuerpos y almas que tuvimos,pero con más amor-uno al lado del otro...(Ilusión descuajada del espacio y del tiempo lo sé para mi daño.) Yo te hablaría lo mismo que hablaría,si yo fuese su dueño mi verso: con palabras de cada día, pero bajo las que sonar a la corriente fluvial de la ternura.Como se hablan los hombres,conteniendo las ganas de llorar, de decirse'te quiero'. Sin llorar ni decirse 'te quiero',que es cosa de mujeres.Qué quedaría entonces de ti, después de tantos años bajo la tierra.

Dónde hallarte - pensé aquel día. No estamos jamás donde morimos definitivamente,sino donde morimos día a día. Pero esta noche...

Te abrazaría, créeme,te besaría,te daría calor,te adoraría. Haríaalgo que es más difícil:tratar de comprender te.Y te comprendería, te comprendo ya, créelo. Nos va enseñando tanto la vida... Nos enseña por qué un hombre ve rota su voluntad, y sueña, y vive solitario;por qué va a la deriva en el témpano errante arrancado a la costa, y se deja morir mientras mira impasible cómo se hunden los suyos,la carne de su carne, su hermoso mundo...

Son líneas sin sentido éstas que trazo.Yo mismo no comprendo qué es lo que dejo en ellas. Acaso sea música de mi alma, arrancada de modo misterioso por tu mano de muerto.Tu mano viva. Yo pensé en ella, pero era una mano muerta,una mano enterrada la que yo perseguía.Inútilmente fui buscando aquella mano. Se estaba convirtiendo en festín de las flores.En vaho tibio para empeñar las estrellas.En luz malva y errante que da su son al alba.Estaría mezclándose con la tierra materna. Se hacía mano viva:lo que es ahora.

Te abrazaría, créeme. Te daría calor.Te comprendo ya. Entonces no era tiempo. Fue un día de septiembre, en Ciriego,-un cementerio que oye la mar- el año mil novecientos cincuenta.Cuando vivías, eras un extraño. Aquel día entre mármoles, fui buscándote, tratando de comprenderte. Sólo esta noche, de modo inesperado, al fin he comprendido.

Tarde, para mi daño.

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