viernes, 17 de septiembre de 2010

CUENTAME COMO VIVES

Cuéntame cómo vives; dime sencillamente cómo pasan tus días, tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres y las confusas olas que te llevan perdido en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.

Cuéntame cómo vives. Ven a mí, cara a cara; dime tus mentiras (las mías son peores), tus resentimientos (yo también los padezco), y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).

Cuéntame cómo mueres. Nada tuyo es secreto: la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo); la locura imprevista de algún instante vivo; la esperanza que ahonda tercamente el vacío.

Cuéntame cómo mueres, cómo renuncias —sabio—, cómo —frívolo— brillas de puro fugitivo, cómo acabas en nada y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.

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