Estoy condenada a destripar el corazón de las arañas, a poner los dedos dentro de la caldera de una flor. Estoy arrestada en las prisiones de una lágrima con cuchillos.
Mastico el cuesco amargo de un día oscuroy paseo en la niebla sucia que destapa a los caballos en los campos. Me he hecho débil como una copa sin vino, que ni esta canción me pertenece completamente.
Y después, arribará el diablo vestido de hombre, ofreciéndome pan, versos en ediciones de lujo, zapatos incendiados en la boca poderosa de una estrella, autógrafos anónimos para que nadie me encuentre, kilos de juventud esparcida en piernas y manos.
Y así se me presentará el diablo, vestido de hombre, guiñándome el ojo varias veces, seduciéndome con un beso que, pero mas no sacará nada, nada podrá arrebatarme, porque en las arañas de este cuarto húmedo, ya he tenido mi abundante infierno.
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