viernes, 7 de enero de 2011

MANIFIESTO

Ésta es mi última palabra. —Mi primera y última palabra— Los poetas bajaron del Olimpo.

Para nuestros mayores la poesía fue un objeto de lujo pero para mi es un artículo de primera necesidad: no puedo vivir sin poesía. A diferencia de nuestros mayores —Y esto lo digo con todo respeto— nosotros sostenemos que el poeta no es un alquimista el poeta es un hombre como todos un albañil que construye su muro: un constructor de puertas y ventanas. Nosotros conversamos en el lenguaje de todos los días no creemos en signos cabalísticos. Además una cosa: el poeta está ahí para que el árbol no crezca torcido.

Éste es mi mensaje. Nosotros denunciamos al poeta demiurgo al poeta Barata, al poeta Ratón de Biblioteca. Todos estos señores —Y esto lo digo con mucho respeto— deben ser procesados y juzgados por construir castillos en el aire por malgastar el espacio y el tiempo redactando sonetos a la luna por agrupar palabras al azar a la última moda de París.

Para nosotros no: el pensamiento no nace en la boca nace en el corazón del corazón.

Nosotros repudiamos la poesía de gafas obscuras, la poesía de capa y espada, la poesía de sombrero alón. Propiciamos en cambio la poesía a ojo desnudo, la poesía a pecho descubierto, la poesía a cabeza desnuda. No creemos en ninfas ni tritones.

La poesía tiene que ser esto: una muchacha rodeada de espigas o no ser absolutamente nada.

Ahora bien, en el plano político ellos, nuestros abuelos inmediatos, ¡Nuestros buenos abuelos inmediatos! Se refractaron y se dispersaron al pasar por el prisma de cristal. Unos pocos se hicieron comunistas. Yo no sé si lo fueron realmente. Supongamos que fueron comunistas,
lo que sé es una cosa: que no fueron poetas populares, fueron unos reverendos poetas burgueses.

Hay que decir las cosas como son: sólo uno que otro supo llegar al corazón del pueblo. Cada vez que pudieron se declararon de palabra y de hecho contra la poesía dirigida, contra la poesía del presente, contra la poesía proletaria. Acepto que fueron comunistas pero la poesía fue un desastre surrealismo de segunda mano decadentismo de tercera mano, tablas viejas devueltas por el mar. Poesía adjetiva, poesía nasal y gutural, poesía arbitraria, poesía copiada de los libros, poesía basada en la revolución de la palabra, en circunstancias de que debe fundarse, en la revolución de las ideas. Poesía de círculo vicioso para media docena de elegidos: «Libertad absoluta de expresión».

Hoy nos hacemos cruces preguntando para qué escribirían esas cosas ¿Para asustar al pequeño burgués? ¡Tiempo perdido miserablemente! El pequeño burgués no reacciona sino cuando se trata del estómago.

¡Qué lo van a asustar con poesías!

La situación es ésta: mientras ellos estaban por una poesía del crepúsculo, por una poesía de la noche, yo propugno la poesía del amanecer.

Éste es mi mensaje, los resplandores de la poesía deben llegar a todos por igual la poesía alcanza para todos.

Nada más, compañeros, yo condeno —Y esto sí que lo digo con respeto— la poesía de pequeño dios, la poesía de vaca sagrada, la poesía de toro furioso.

Contra la poesía de las nubes yo opongo la poesía de la tierra firme —Cabeza fría, corazón caliente somos tierrafirmistas decididos— contra la poesía de café la poesía de la naturaleza, contra la poesía de salón la poesía de la plaza pública, la poesía de protesta social.

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