Cuando veo al mundo, sueño con un mar lejano y una infinita tierra, donde mis ojos no sucumban a la caída del ser humano; que ha perdido la razón de su propia existencia, que profundamente aterra el planetario corazón y su divina esencia.
Pronto ya no quedará un ave o una flor, no habrá mas llantos ni más risas ni el dulce y suave olor de una joven primavera.
Tan solo el inmenso Sol en su inmortal camino será testigo y sabrá lo que siempre fuera el terrenal destino:
Una humanidad perdida apagará la vida y borrará por siempre el eterno nombre del amor.
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